Ahora
que acaba este curso quiero compartir mi experiencia con vosotros,
una experiencia que lamentablemente tenemos unas pocas personas, las
que formamos el Proyecto Oratorio, ojalá al leer esto alguien más se
anime.
Cuando
hace cinco años me lo propusieron me daba miedo y curiosamente,
cuando esta semana pasada recordamos: Presencias, vivencias,
canciones, recuerdos, un gesto, una frase … que había calado en
los niños, uno de ellos me dijo que al principio sintió miedo. Le
daba miedo porque no sabía lo que era, ni donde lo iban a llevar.
Poco a poco, nos hemos ido conociendo y lo más importante conocemos
poco a poco la vida de Jesús y su OBRA.
El
momento de oración es cortito pero muy intenso. El
oratorio es un sitio especial, todos nos sentimos muy a gusto, nadie
tiene miedo a equivocarse ni a decir lo que siente, aquí no se juzga
a nadie porque todo se hace con mucho AMOR, y los niños tienen mucho
dentro de ellos y son los que mejor lo transmiten aunque a veces con
las prisas no los escuchemos.
Hemos aprendido a dar “gracias”, que en estos tiempos es tan difícil de escuchar, recordamos cada día lo afortunados que somos por todo lo que nos rodea, nos sentimos queridos, nos respetamos. Hemos aprendido la diferencia entre pobres y necesitados. Hemos aprendido a compartir.
Cerramos los ojos, mirando hacia dentro…., como dice nuestra canción y aunque solo sean unos instantes sentimos PAZ, es más hemos aprendido a valorarla.
Allí
cada semana nuestra propuesta es:
“ HACER
EL CAMINO FACIL A LOS DEMÁS”
Una
colaboradora del Oratorio